InfoCatólica, 10 de
Dezembro de 2016
Un
grupo de sacerdotes y académicos católicos ha hecho pública una carta de apoyo
a los cardenales Burke, Meisner, Caffarra y Brandmüller, tras las críticas
recibidas desde diversos sectores de la Iglesia por haber hecho públicas las
preguntas – dubia – que enviaron al Papa sobre el cap. VIII de Amoris Laetitia.
Los
firmantes de la carta manifiestan que «como pastores de almas e intelectuales
católicos, deseamos expresar nuestra profunda
gratitud y pleno apoyo a la valiente iniciativa de
cuatro miembros del Colegio Cardenalicio, Sus Eminencias Walter Brandmüller,
Raymond Leo Burke, Carlo Caffarra y Joachim Meisner».
Tras
manifestar el sentido de la iniciativa de los cardenales, los firmantes
reconocen que han «leído los intentos de Christoph Cardenal
Schӧnborn y del Profesor Rocco Buttiglione de interpretar la exhortación apostólica según una «hermenéutica de
la continuidad», pero añaden que, «a nuestro juicio no han
conseguido demostrar su tesis fundamental,
según la cual los elementos novedosos contenidos en AL no ponen en peligro la
ley divina».
Al
citar el artículo del profesor Pierantoni sobre la crisis arriana, recuerdan que entonces «la
gran mayoría de los obispos, entre ellos incluso el Sucesor de Pedro, vacilaron
acerca de la cuestión de la Divinidad de Cristo.
Muchos no cayeron plenamente en la herejía; sin embargo, desarmados por la
confusión o debilitados por la pusilanimidad, buscaron fórmulas de compromiso
fácil en aras de la «paz» y la «unidad» .Y opinan que:
«Hoy en
día asistimos a una crisis metastásica semejante, que
en esta ocasión afecta a aspectos fundamentales de la vida cristiana. Se
continúa rindiendo un tributo simbólico a la indisolubilidad del matrimonio, el carácter de pecado grave objetivo de la fornicación, el adulterio
y la sodomía, la santidad de la Sagrada Eucaristía y la terrible realidad del
pecado mortal. Pero en la práctica, un número creciente de
eminentes prelados y teólogos están menoscabando o negando de hecho estos dogmas – y por ende, la existencia de prohibiciones sin excepciones en la
ley divina sobre el comportamiento sexual – en virtud de su énfasis exagerado y
unilateral en la «misericordia», el «acompañamiento pastoral» y las
«circunstancias atenuantes».
Igualmente
creen que «con el Pontífice reinante,
la trompeta emite ahora un sonido muy incierto en esta batalla contra
los «principados y potestades» del enemigo, de forma que la barca de Pedro avanza peligrosamente a la deriva como un navío sin
timón e incluso muestra síntomas de una
«desintegración incipiente» y por ello advierten que todos los obispos tienen el deber de defender la doctrina católica.
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