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En
un texto claro y contundente, la historiadora Angela Pellicciari presenta al
Lutero real, sin edulcoraciones impuestas por la conveniencia. |
Carmelo López-Arias, ReligiõnenLibertad, 21 de
Novembro de 2016
La conmemoración del quinto
centenario de la Reforma protestante ha reabierto el interés por la
personalidad histórica de Martín Lutero (1483-1546).
El 31 de octubre de 1517,
el entonces monje agustino clavó en la puerta de la iglesia del palacio de
Wittenberg sus célebres 95 tesis, dando origen a una revolución
que cambió la faz de Europa.
Angela Pellicciari, doctora en Historia Eclesiástica y profesora de
Historia de la Iglesia en los seminarios Redemptoris Mater, acaba de publicar
en España su libro La verdad sobre Lutero (Voz de Papel), donde examina la vida
y obra del reformador.
Antes de explicarnos por qué
esa línea de trabajo le llevó a Lutero, ¿puede sintetizarnos qué fue el Risorgimento?
Es el periodo a mediados del
siglo XIX en el que la península italiana, hasta entonces dividida en muchos
estados pero perfectamente unida desde un punto de vista cultural y religioso,
se unificó políticamente bajo los Saboya. El Risorgimento se realizó oficialmente en nombre de la moral, del progreso, de la
constitución y de la libertad.
¿Por qué dice
«oficialmente»? ¿No fue así?
En realidad, por primera vez
en su historia milenaria la Iglesia fue reducida a una colonia. Colonia de las
potencias liberales anticatólicas. Las cosas sucedieron exactamente al revés de
como se contaron y siguen contándose.
¿Y cómo sucedieron?
En vez de la libertad,
triunfó la «tiranía liberal». En nombre de la constitución, la sistemática
violación de todos los artículos de la constitución, comenzando por el primero,
que definía la religión católica como única religión del Estado. En nombre del
progreso, de la libertad y de la civilización, se desató una guerra frontal
contra la identidad italiana, basada desde hace casi dos milenios en la
difusión capilar de la fe católica. Se suprimieron todas las órdenes religiosas
de la «Iglesia de Estado» (57.493 personas fueron privadas de todo lo que
poseían y literalmente arrojadas a la calle) y enormes riquezas culturales,
artísticas y económicas terminaron en manos del 1% de la población de fe
liberal. La ocupación liberal del Estado provocó una emigración masiva porque
la población italiana, por primera vez en su historia, fue reducida a la
miseria.
En toda esa historia, ¿cuál
fue el proceso que le llevó hasta Lutero?
Del análisis de las mentiras
liberales pasé inevitablemente al análisis del fenómeno masónico y de la
relación entre el Papado y la masonería. De ahí me elevé hacia atrás hasta el
alma de la modernidad con su lucha frontal contra la Iglesia católica,
representada por Lutero y por el protestantismo.
Pero ¿no hay una cierta
leyenda negra contra Lutero fabricada en la Contrarreforma católica?
No lo creo. Para quien
conozca a Lutero, hay poco que inventar para fabricar una leyenda negra: una
oposición total entre sus palabras de orden y su concreta acción política; la
propaganda del odio anticatólico llevada a cabo con todos los medios, incluidos
la calumnia y la mentira; una ferviente defensa de la libertad que, unida a la
negación del libre albedrío, conduce a una libertad solo respecto a los
principios.
¿A qué se refiere?
A la negación radical de la
afirmación de Jesús: «Dad a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del
César». Lutero da al César también lo que es de Dios, ¡y lo hace en nombre de
Dios! En nombre de la libertad impone el final de los votos religiosos y del
matrimonio como sacramento.
¿Hubo un Lutero sinceramente
reformador antes del Lutero revolucionario?
Toda la vida pública de
Lutero es revolucionaria. Desde el inicio.
¿Desde la escena de
Wittenberg en 1517?
De 1517 a 1520 ya está
perfectamente delineado el plan revolucionario luterano. Revolucionario, porque
no hay nada de reformista en el monje agustino que pretende fundar la identidad
alemana sobre el «verdadero Evangelio» predicado por él, fundado sobre el odio
al Papa-anticristo y sobre el odio a Roma-Babilonia.
Pero una Reforma de la
Iglesia sí era necesaria...
Tras el periodo de la
iglesia en Aviñón (1305-1377), con la plaga del nacionalismo, del fiscalismo y
de la commenda, y tras el cisma de Occidente (1378-1417), cisma político con el
que Francia intenta llevarse la Iglesia a Aviñón, la Iglesia necesita
absolutamente una reforma: deben desaparecer el nacionalismo, el fiscalismo y
la commenda, que devastan la vida eclesial y de hecho impiden la pastoral.
¿Cómo combatirlos?
Las órdenes religiosas deben
volver a la observancia de sus reglas, los obispos deben ocupase de sus
diócesis y de la predicación, no deben tener más de un cargo pastoral (basta
pensar que en algunos casos los obispos tenían más de doscientas diócesis, y también
los párrocos, con el necesario corolario del nombramiento de vicarios y de
vicarios de vicarios), deben residir en sus diócesis, deben ser moralmente
irreprensibles y cultos... Lo contrario de lo que sucedía en la mayoría de los
casos.
¿Y tuvo lugar esa reforma
antes de Lutero?
Sí, la Iglesia se reforma.
Pero no en todas partes...
Comienza en Italia por el
monasterio de Santa Justina en Padua, donde en 1419 un grupo de monjes
venecianos inicia una profunda reforma de la vida religiosa. La reforma tuvo
lugar con el apoyo del Papa y se difundió como una mancha de aceite por toda la
península. En España la reforma, que precedió en cien años a las decisiones
tomadas por el Concilio de Trento, actuó con gran celo y determinación, con
gran fe, impulsada por los reyes católicos Fernando de Aragón e Isabel de
Castilla, que se casan en 1469 y actúan en estrecha comunión con Roma.
¿Y en Alemania?
También en Alemania, como en
todas partes, grandes personalidades, grandes santos, promueven una vida religiosa
reformada. Sin embargo, allí la reforma sólo sucedió en forma de manchas de
leopardo, en algunas zonas.
¿Por qué?
En Alemania hay una Iglesia
imperial, una Iglesia de enorme poder y grandísima riqueza (se considera que
poseía una tercera parte de todo el patrimonio nacional), que desde hace más de
quinientos años comparte con el emperador el cuidado de la administración de
las grandes ciudades y feudos. Los obispos tienen memoria del emperador Otón.
En Alemania todos los obispos son nobles, todos provienen de grandes familias,
y en consecuencia, el ansia de poder, prestigio y riqueza ocupa un puesto
importante en la vida eclesial.
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La verdad sobre Lutero se publica en español tras
obtener un gran éxito de ventas y resonancia pública en Italia. |
De todos los errores de
Lutero, ¿cuáles podrían abandonar más fácilmente los protestantes de hoy?
La violencia de su desprecio
antijudío, cuyas horrorosas consecuencias hemos visto. O el retorno a la verdad
histórica, apreciando la cultura y la civilización romana... Pero es un proceso
difícil, porque la identidad de las naciones protestantes se basa precisamente
en el odio antirromano y en un nacionalismo descarnado que ha arruinado la
universalidad romana.
Y volviendo al hilo que a
usted le llevó a Lutero: ¿qué relación hay entre la Reforma y la Masonería?
Con el «libre examen», esto
es, con la libre interpretación de la Biblia por parte de cada fiel, a quien se
considera directamente asistido por el Espíritu Santo, Lutero hace imposible el
discurso de la verdad teológica: la verdad teológica explota en miles de
interpretaciones contradictorias entre sí. El resultado es que la teología ya
no es el vértice del saber humano y se considera que sólo los filósofos tienden
a la verdad. Unos filósofos que, por primera vez después de muchos siglos,
razonan prescindiendo de la Revelación para luego, rápidamente, empezar a
filosofar contra la Revelación. Ese saber gnóstico, un saber elitista fabricado
por unos pocos desde finales del siglo XVI y durante todo el siglo XVII, aporta
al pastor presbiteriano James Anderson las bases filosóficas con las que trazará,
en sus Constituciones, las coordinadas esenciales del mundo de las logias.
¿Participaron los
protestantes en el Risorgimento?
En Italia los protestantes siempre fueron pocos. Sin embargo, la élite
que impone el Risorgimento es una élite gnóstica, liberal-masónica, que para
arrancar el catolicismo en Italia intenta (sin conseguirlo) la difusión del
protestantismo. Por otro lado, las políticas religiosas, económicas y sociales
de los gobiernos liberales son las mismas adoptadas tres siglos antes por los gobiernos
protestantes: fin de la libertas Ecclesiae, disolución de las órdenes
religiosas, privatización del inmenso patrimonio religioso, cultural, artístico
y económico de la nación... La única diferencia entre la revolución italiana y
la realizada en el resto de la Europa protestante es que en Italia los Saboya
combatieron a la Iglesia en nombre de la Iglesia. Proclamaban ser mejores que
los demás por respetar la constitución, cuyo primer artículo [el catolicismo
como religión de Estado] no podían contradecir abiertamente.